![Retrato de Joan Aiken](https://cdn.sanity.io/images/s4dbqkc5/production/01f6dbe4251d8eacaa023e0521821b08c4612e65-900x900.jpg?auto=format)
Joan Aiken
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Joan Aiken (Rye, 1924 - Petworth, 2004) fue una prolífica escritora británica conocida mayormente por sus contribuciones a la literatura de suspenso, infantil y juvenil. Autora de numerosas novelas y cuentos, destacó por su habilidad para tejer tramas imaginativas y personajes cautivadores. La novela infantil Los lobos de Willoughby Chase es una de sus novelas más reconocidas. Fue galardonada con el premio Guardian en 1969 y condecorada con la Orden del Imperio Británico en 1999 por sus servicios a la literatura juvenil.
Marmalade Wine
Vino de Mermelada
—El Paraíso —repitió Blacker, cerrando la puerta a su espalda y siguiendo por el sendero tapizado de vegetación en busca de un lugar en el que comerse su bocadillo de jamón.
Los avellanos se extendían a derecha e izquierda de él, hasta que el ojo azul de la puerta por la que había entrado se redujo a una cabeza de alfiler y desapareció. Los árboles que rebasaban la altura de los avellanos no se hallaban aún en la plenitud de su follaje y daban poca sombra; hacía tanto calor en aquel bosque como quietud había en él.
De pronto, Blacker se detuvo con una exclamación de sorpresa y pesadumbre: junto al sendero se veía el cuerpo de un faisán, en todo el esplendor de su colorido plumaje. Blacker dio vuelta al ave con la conmiseración y curiosidad de un ciudadano ante tamaña prueba de la crueldad de la Naturaleza; las plumas, de un púrpura broncíneo, verdes y doradas, eran tan suaves como el cabello de una muchacha.
—Pobrecillo —dijo en voz alta—. ¿Qué puede haberle sucedido?
Blacker prosiguió su camino, preguntándose si era capaz de convertir el incidente en un relato poético. Treno o un faisán en mayo. ¿Demasiado bonito? ¿Demasiado sentimental? Tal vez algún semanario se lo publicara. Empezó a escoger rimas, caminando con la vista ante la belleza que le rodeaba.Herido de muerte... sobre un lecho de espesura, ante su hermosa altivez... abatida, mis ojos se llenaron... de indecible ternura.
¿O sería mejor algo así corneo «límpidas lágrimas de aflicción como la lluvia primaveral resbalando por los pétalos de una flor»?
Apresurando el paso, Blacker pensó con extrañeza cuán difícil le resultaba escribir poesía sobre temas bucólicos; la Naturaleza podía ser bella, pero no excitante. Y era poesía bucólica lo que quería Field and Garden. Sin embargo, aquel faisán debía valer cinco guineas.
Pisada grácil que la Muerte truncara, impidiendo ya siempre que yo te admirara...
¡Maldición! En su éxtasis había estado a punto de pisar otro faisán. ¿Qué les ocurría a las aves de aquel bosque? Blacker, que no encontraba en aquello una visible explicación, reanudó su paso con el ceño fruncido. El sendero continuaba a la derecha colina abajo, y, dejando el soto de avellanos, atravesaba un diminuto valle. A sus pies, Blacker se sorprendió de ver una pequeña cabaña de piedra, rodeada de árboles por tres de sus lados. En la parte de la fachada había un sector encespedado. Y en él una tumbona y un hombre beatíficamente tendido en ella, disfrutando el sol de la tarde.
El primer impulso de Blacker fue dar media vuelta; creyó haber violado un jardín ajeno, y se sintió invadido por una mansa irritación ante lo inesperado del encuentro. ¡Ya podía haber puesto algún letrero indicador, diantre! El bosque se le había antojado, y con razón, tan desierto como el mismo Edén. Pero si ahora se volvía por donde había venido, su acto tendría una apariencia de culpabilidad y de algo furtivo; por lo que, pensándolo mejor, decidió pasar por la cabaña como si tal cosa. Después de todo no había valla alguna y el sendero no tenía tampoco señalización de ninguna clase que revelara que era particular; tenía perfecto derecho a estar allí.
—Buenas tardes —saludó afablemente el hombre al ver aproximarse a Blacker—. Magnífico tiempo, ¿verdad?
—Espero no haber invadido su propiedad.