![Retrato de Margaret St. Clair](https://cdn.sanity.io/images/s4dbqkc5/production/1d93918478671c2111e2024597706710d45b3ea7-220x220.jpg?auto=format)
Margaret St. Clair
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Margaret Saint Clair (Hutchinson, 1911 - Santa Rosa, 1995) fue una autora estadounidense de fantasía y ciencia ficción, escribiendo también bajo los seudónimos Idris Seabright y Wilton Hazzard. A lo largo de su carrera como escritora escribió cientos de cuentos, a los que sumó ocho novelas, destacando entre ellas La Marca del Labrys (1963).
El Muchacho Que Predecía los Terremotos
—¡Oh! —exclamó Read.
—Aún no hemos divulgado esa información, porque esos borregos de Purple no nos creerían. Pero es la verdad pura y simple. Hoy en día no existe otra personalidad en televisión que cuente con una audiencia como la del chico. El programa también se emite en onda corta, y la gente lo sintoniza en todas partes del mundo. Después de cada programa, la oficina de Correos ha de enviamos dos camiones especiales llenos de cartas. Read, no puedo expresar lo feliz que me hace el que vosotros, los científicos, estéis pensando, por fin, en hacer un estudio respecto al muchacho. Te soy franco.
—¿De qué tipo es, personalmente? —preguntó Read.
—¿El chico? Oh, muy sencillo, tranquilo y muy, muy sincero. A mí me gusta muchísimo. Su padre… bueno, es todo un carácter.
—¿Cómo se realiza el programa?
—¿Quieres decir cómo trabaja Herbert? Pues, francamente, Read, eso es algo que tendrán que averiguar tus informadores. Nosotros no tenemos ni la más mínima idea de lo que ocurre en realidad. Desde luego, puedo decirte los detalles del programa. El muchacho actúa dos veces a la semana, los lunes y viernes. No emplea guión — Wellman hizo una mueca—, y eso nos produce más de un quebradero de cabeza. Herbert asegura que los guiones le dejan sin saber qué decir. Permanece en antena durante doce minutos. La mayor parte de ellos se limita a charlar, contando a los espectadores lo que estudia en el colegio, los libros que ha leído y cosas por el estilo. La clase de conversación que uno oye de cualquier muchacho simpático y tranquilo. Pero siempre hace una o dos predicciones. Como mínimo, una, y como máximo tres. Se trata de cosas que ocurrirán durante las próximas cuarenta y ocho horas. Herbert dice que, más allá de ese plazo, no puede ver nada.
—¿Y las predicciones se cumplen? —inquirió Read, y más que una pregunta era una afirmación.
—Siempre —replicó Wellman, con leve tono de cansancio. Lanzó un bufido—.