Bocas del tiempo
Eduardo GaleanoTiempo que dice
De tiempo somos.
Somos sus pies y sus bocas.
Los pies del tiempo caminan en nuestros pies.
A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas.
¿Travesía de la nada, pasos de nadie? Las bocas del tiempo cuentan el viaje.
Los tiempos del tiempo
Él es uno de los fantasmas. Así llama la gente de Sainte Elie a los pocos viejos que siguen hundidos en el barro, moliendo piedras, escarbando arena, en esta mina abandonada que ni cementerio ha tenido nunca, porque ni los muertos han querido quedarse.
El tiempo
Somos hijos de los días:
–¿Qué es una persona en el camino?
–Tiempo.
Los mayas, antiguos maestros de esos misterios, no han olvidado que hemos sido fundado por el tiempo y estamos hechos de tiempo, que de muerte en muerte nace.
Y saben que el tiempo reina y se burla del dinero que quiere comprarlo, de las cirugías que quieren borrarlo, de las píldoras que quieren callarlo y de las máquinas que quieren medirlo.
Pero cuando los indígenas de Chiapas, que se habían alzado en armas, iniciaron las conversaciones de paz, uno de los funcionarios del gobierno mexicano puso los puntos sobre las íes. Señalándose la muñeca, y señalando las muñecas de los indios, sentenció:
–Nosotros usamos relojes japoneses y ustedes también usan relojes japoneses. Para nosotros son las nueve de la mañana y para ustedes también son las nueve de la mañana. Ya déjense de fastidiar con esta cosa del tiempo.
Contratiempos
Cuando el tiempo está enemigo, cielos negros, días de hielo y tormentas, la alfalfa recién nacida se queda quieta y espera. Los tímidos brotecitos se echan a dormir, y en la dormición sobreviven, mientras dura el mal tiempo, por mucho tiempo que el mal tiempo dure.
Cuando por fin llegan los soles, y azulea el cielo y se entibia el suelo, la alfalfa despierta. Y entonces, recién entonces, crece. Tanto crece, que uno la mira y la ve crecer, empujada, desde la raíz, por un viento que no viene del aire.