Fantasmas

Alejandro Dolina

Lo sabe todo el mundo: los fantasmas son de una naturaleza sutil que permite que los atravesemos. No es posible tocarlos ni abrazarlos. Por consiguiente les están negados ciertos disfrutes.

Los mejores placeres devienen de la imposibilidad de estar dos cuerpos en el mismo sitio.

Al fantasma le está negada esta deleitosa imposibilidad. […]

Muchos fantasmas nos rodean sin saberlo ellos. No se trata de personas que se han muerto. Son los que se han ido, los que han cambiado, los que no han regresado, los que ya no nos aman. Son compañeros durante largos años, aun mucho después del abandono, de la ausencia, del envejecimiento o envilecimiento de las personas que alguna vez fueron.

Estos fantasmas quedan a nuestro lado intactos, incorruptibles, leales y amorosos en reemplazo de seres efímeros, disminuidos, desamorados.

Esta es la más fiel de las compañías que tendremos. En nuestro último día todos nuestros fantasmas estarán despidiéndonos, sin que lo sepa ninguna de las entidades corpóreas que un día han coincidido con ellos.